Encontré un cadáver en la calle: las otras víctimas del crimen organizado en Chile

Según información del propio Ministerio Público, los hallazgos de cadáveres con signos de extrema violencia -algunos desmembrados- son los que más alerta generan en la ciudadanía. En esta materia, expertos advierten sobre el impacto físico y psicológico de estos descubrimientos inesperados en las personas, entre ellos el estrés postraumático. Hoy BBCL aborda la realidad de quienes son considerados las «víctimas silenciosas» del crimen organizado. Al menos, 35 casos en lo que va del año.

Fuente: Bio Bio Chile

Era el último domingo de enero de este año cuando, en la localidad de Las Ánimas de Ovalle, un transeúnte interrumpió su recorrido para llamar de urgencia a Carabineros. El motivo era totalmente fuera de lo habitual… En el lugar divisó un cráneo humano, abandonado en medio de la Ruta 43 de la región de Coquimbo.

Semanas después, otro caso ocurrió en la comuna de Maipú, cuando un grupo de trabajadores alertaron sobre el hallazgo de un cuerpo desmembrado en su lugar de trabajo: el Fundo El Bosque.

Los restos del cadáver estaban al interior de un canal de regadío ubicado -específicamente- en la intersección de Camino El Bosque con René Olivares.

El sur de Chile tampoco es ajeno a este tipo de situaciones.

A mitad de año, uno de los habitantes de la pequeña comuna de Llanquihue, en la región de Los Lagos -mientras caminaba por el sector Molino Viejo- divisó lo que más tarde se confirmaría que eran osamentas humanas.

Lo detallado anteriormente, según expertos, podría afectar de distintas formas, tanto física como psicológicamente, a quien -de manera inesperada y sin quererlo- participa del descubrimiento. Incluso, en la forma de relacionarse con los demás.

Homicidios y hallazgo de cuerpos en vía pública

El último informe del Centro para la Prevención de Homicidios y Delitos Violentos, en coordinación con la Subsecretaría de Prevención del Delito, evidenció una baja de -9,4 de la tasa de homicidios consumados cada 100 habitantes durante el primer semestre de 2024.

Esto, respecto al mismo periodo de 2023. Aun así, el mismo documento revela que el 48% de este tipo de crímenes fueron realizados con arma de fuego, seguida por las armas cortopunzantes con 35,6%. En tanto, la vía pública fue el lugar más frecuente de agresión, con un 58,7% de los casos.

Considerando esta última variante, ante la falta de antecedentes oficiales, una revisión periodística de BioBioChile da cuenta que desde enero hasta el pasado mes de octubre se registraron, al menos, 35 casos en que transeúntes se vieron expuestos a este tipo de hallazgos, personas que impensadamente se transformaron en víctimas indirectas de un crimen. ¿Qué pasa con ellos?

En los primeros diez meses del año han aparecido cuerpos golpeados, amarrados, maniatados y amordazados. A la vez, con impactos de balas y también calcinados. A esto se suma el descubrimiento de cráneos, piernas, brazos, manos y torsos.

¿El factor común? Todos encontrados en la calle y, muchos de estos, con violenta intervención de terceros: Abandonados en la vía pública, dentro de basureros, tambores y también envueltos en sábanas.

De hecho, el reciente informe de Crimen Organizado en Chile, publicado por la Fiscalía Nacional, reveló un aumento de homicidios cada 100 mil habitantes (entre los años 2015-2023) y, de esos, el que más alarma pública provoca es el registrado en la calle.

Lo anterior, “como por la forma de ejecución de algunos de ellos, en los que se aprecia un aumento del uso de armas de fuego, una ejecución en plena vía pública, hallazgos de cadáveres con signos de extrema violencia y algunos desmembrados”.

La contención estatal

Destacando el principio de voluntariedad, al ser consultados por este medio, desde el Ministerio Público no se especificó la cantidad de personas que han estado bajo la atención de las Unidades Regionales de Atención a las Víctimas y Testigos (URAVIT) durante lo que va de 2024. Tampoco los detalles de cómo trabajan junto a este tipo de testigos.

Cabe precisar que dicho programa de la Fiscalía Nacional tiene por objetivo brindar apoyo, contención y primeros auxilios psicológicos al momento del hecho. Así lo explicó -en términos generales- la gerenta de la División de Víctimas y Testigos (DAVT), Alicia Díaz Nilo.

“Luego (de ocurrido el hecho) el fiscal a cargo del caso indica las acciones a seguir y se dispone de medidas de protección según el riesgo, las que se coordinan con los profesionales de las URAVIT”, dijo.

Respecto al tiempo de apoyo, Díaz sostuvo que se determina según las necesidades de cada víctima y/testigo. En cuanto a cómo se materializa la ayuda, explicó que a través de contactos y seguimientos posteriores.

“De ser necesario se realiza derivación de atención al Centro de Apoyo a Víctimas de delitos (CAVD), para evaluar su posible necesidad de atención terapéutica reparatoria y asesoría jurídica o a psicólogos y psiquiatras calificados según lo que requiera el caso”, respondió.

El efecto postraumático y una eventual normalización

Desde el área de la salud mental, los psicólogos coinciden en que este tipo de experiencias inesperadas y sobrecogedoras podrían dar paso a un trastorno de estrés post traumático (TEPT).

Según explica la psicóloga y académica de la Universidad Finis Terrae, Catalina Cubillos, el trauma se genera a partir de una experiencia tan impactante, que sobrepasa la capacidad del sistema nervioso para procesar adecuadamente la información.

“Por lo tanto, esa experiencia se queda como “bloqueada” o “atascada” en la memoria. Para la persona resulta tan amenazante revivirla, que va a tender a evitar todo lo que pueda recordársela”, explicó.

Igualmente, aclaró que “no todos los que vivan una experiencia así desarrollarán necesariamente un trastorno de estrés postraumático. Eso tiene que ver con otros factores, como la historia de cada persona”.

Sobre la misma materia, la directora del Magíster en Intervención Psicológica Infantojuvenil de la Universidad del Desarrollo, Ximena Pereira, describió que estas experiencias pueden estar relacionadas con emociones como miedo, angustia, sentirse desamparado y también asco. Todo dependiendo de qué y cómo se encontró.

“Ya pasado el tiempo, y dependiendo de la ayuda o si se puede sentir propiamente amparado después de haber encontrado el hallazgo, podría desarrollarse un trastorno de estrés postraumático que tiene síntomas que son recuerdos muy vívidos de la situación”, señaló la profesional.

Para el académico de la Escuela de Psicología de la Universidad de los Andes, Cristian Rodríguez, “encontrar un cuerpo en general, asumo, claro, es una experiencia potencialmente traumática”.

“O sea en los casos que uno encuentra un familiar muerto, o alguien conocido muerto es muy probable que eso sea traumático, pero también el hecho de encontrar un desconocido”. Esto, explica, “especialmente si es un desconocido que tiene ciertas características o rasgos que con los que uno se puede sentir identificado, por ejemplo, si un joven se encuentra un joven muerto, eso es más posible que tenga unas consecuencias traumáticas para esa persona”.

Por último, el sociólogo e investigador académico del Centro de Investigación en Complejidad Social de la UDD, Jorge Fábrega, sostiene que la normalización de la violencia extrema -como la indiferencia ante el hallazgo de cuerpos en la vía pública- se da cuando actos violentos dejan de generar alarma y se ven como respuestas aceptables.

“La exposición constante a estas situaciones no solo reduce la sensibilidad emocional y cognitiva, sino que instala la habituación, transformando lo excepcional en rutina. Si a esto se suma la impunidad y la ausencia de sanciones, tanto legales como sociales, el proceso se acelera vertiginosamente”, analiza.

Fábrega señala que “la violencia deja de ser solo un hecho y se convierte en un símbolo, plasmándose en formas culturales como la música o el arte, que integran estos actos a una identidad colectiva del barrio o la ciudad”.

“Estos factores se refuerzan mutuamente, alterando la forma en que las personas ocupan los espacios públicos y se relacionan con los demás. El resultado no es caos ni anomia, sino un nuevo orden donde los conflictos se resuelven de manera más agresiva, dominado por quienes tienen la capacidad emocional y cognitiva para imponer su fuerza”, concluye.